El regreso del pequeño saltamontes
El lugar donde habita el pequeño saltamontes
Cuando partas hacia Itaca pide que tu camino sea largo y rico en aventuras y conocimiento. A Lestrigones, Cíclopes y furioso Poseidón no temas, en tu camino no los encontrarás mientras en alto mantengas tu pensamiento, mientras una extraña sensación invada tu espíritu y tu cuerpo. A Lestrigones, Cíclopes y fiero Poseidón no encontrarás si no los llevas en tu alma, si no es tu alma que ante ti los pone.
Tu decides si quieres vivir en tu nube o arañarte los pies con los cristales de la realidad.Y yo sigo aquí, en mi nube azul, todo es como yo lo he inventado,
y la realidad, tozos de cristal, que al final,
hay que pasar descalzo.
Qué cierto es el dicho: "la felicidad está en la ignorancia de la verdad". Aunque, desgraciadamente, o por fortuna, no puedes ir siempre con los ojos vendados, te terminas tropezando y haciendo pupita.
Creo que ha llegado el momento de dejar de leer libros de ciencia ficción...
Últimamente estoy leyendo algunos libros de ciencia ficción, un mundo feliz (véase nota anterior), Fahrenheit 541, 1984. Lo que más me flipa de estos libros es que todos coinciden en describirnos un futuro bastante chungo. Nos lo presentan como una sociedad que prefiere sacrificar su libertad en favor de la estabilidad de grupo. Y lo peor de todo es que esta situación no se impone por una guerra o una revolución, sino que ha sido gradualmente la misma sociedad la que ha decidido que esto fuera así. El pueblo se limita a trabajar y a entretenerse, eso sí, un entretenimiento vigilado de cerca por las autoridades, no sea que nos salga un hereje! ¿Cabe la posibilidad de que esto pudiera acabar así? no se, pero da que pensar.
Leyendo el prólogo de Un mundo feliz de Aldous Huxley me encontré con esta frase :
Me ha dejado flipada esta frase, es como si debieramos dar gracias por que "solo" suframos un período de guerra parcialmente ruinoso (ojo con la frasecita!!). Lo peor es que probablemente sea cierto, no somos capaces de sostener la paz.Suponiendo, pues, que seamos capaces de aprender de
Hiroshima, podemos esperar un período, no de paz, ciertamente, pero sí de
guerra limitada y solo parcialmente ruinosa.
La ideas que recoge la novela dan que pensar; lo que más me llamó la atención fue el planteamiento sobre si realmente la sociedad puede vivir en un contínuo estado de utopía, pudiendo suprimir artificialmente los sentinientos tristes o desagradables. Personalmente, pienso que el ser humano necesita el equilibrio entre los sentimientos tristes y los alegres, eso nos hace lo que somos, seres vivos.
Si alguien ha leído la novela, por favor, espero que me comente lo que le pareció.
¿Nunca os hubiera gustado viajar a la Atlántida y descubrir sus tesoros ocultos? Andar por sus calles, entrar en sus templos, hablar son sus gentes. ¿Existió, no existió? Aún así, es una bonita leyenda. Si realmente queréis viajar a la Atlántida conozco a alguien que ha estado allí y os puede llevar.
Aquí había titanes, allí bellos jardines;Si os sentís atraídos por la magia de la Atlántida no dejéis de leer a Jacint Verdaguer "La Atlántida". Hay párrafos en los que parece que la conoce. Es como si compraras un billete y através de los versos pudieras sumergirte y vivir la leyenda.
canciones virginales y trinos a granel.
Hoy los regios palacios habitan delfines
y las algas tapizan el prado y el vergel.
Érase una vez un archivo militar al que acudían a trabajar dos hemosas muchachitas. Como en el archivo hacía mucho mucho frío, las pobrecitas tenían que tener un calefactor siempre encendido para que pudieran sentir las manos mientras trabajaban con los expedientes. Un día, una de las hermosas muchachitas salió sin apagar el calefactor, y se fue contenta y sonriente a su casa porque ya había acabado su jornada. Cual fue su sorpresa, cuando a la mañana siguiente, al volver al archivo, no había ni calefactor, ni expedientes, ni archivo, el calefactor había estallado y no quedaba más que un enorme agujero en el suelo. Afortunadamente, las muchachitas (¿he mencionado ya que eran hemositas?) contaban con un buenísimo abogado laboralista que consigió que éstas fueran indemnizadas por el peligro que corrieron. Y vivieron felices y comieron perdices.